Nacionalismo

La antigua distinción entre una nación estado y una nación cultural reside sencillamente en la respectiva compresión de un estado o una cultura bajo el término nación. A medida que nos dirigimos en dirección oeste la nación se identifica con el estado. En el este, comenzando con Alemania, posee la nación contrariamente una acepción cultural. Hasta aquí la teoría convencional. Con frecuencia es mal comprendida pues se piensa que el estado o la cultura solo se vuelven nación cuando al mismo tiempo uno y otra lo intentan. La nación es también fuente de equivocación.

Esto también es valido cuando se toma por obsoleta la distinción entre nación-estado y nación-cultura y se fundamenta el concepto preferiblemente sobre la función económica del nacionalismo. La nación se desenmascara como nación económica para lo cual necesita de unos cuantos estados así como de sus correspondientes culturas comunes.

La confusión bajo la que actualmente el concepto de nación se encuentra viene de la respectiva identificación con el mismo, además de tener es si mismo un alto poder de persuasión. Si bien cada diferente nivel de la nación, léase estatal, económico y cultural, tiene su correspondiente centro de gravedad, legal, económico y cultural, se siente uno no obstante, como individuo, ampliamente reconfortado con el concepto en si. Y así pues toma la nación, en lugar de los hombres, asiento.

La superación del nacionalismo por medio de la trimembración social

La trimembración social propone la aspiración hacia una autodeterminación de la cultura, el estado y la economía. Deben autoadministrarse hasta la definición de sus propias fronteras. El concepto nación, como hasta ahora se venía entendiendo, no tiene a partir de aquí razón de ser.

Hoy por hoy maldicen ya los nacionalistas la globalización cuando no puede ser puesta como recurso al servicio de la nación. Por medio de la trimembración social se romperían las fronteras políticas que juegan un rol para la regularización de las relaciones comerciales. De forma diferente que en la globalización de hoy en día la naciente economía mundial mostraría un marcado carácter solidario. Y haría imposible para las más fuertes economías nacionales explotar económicamente al resto del planeta.

El otro enemigo del nacionalismo es el individualismo. Una esfera espíritu-intelectual libre es uno de los objetivos centrales de la trimembración social. "Espíritu-intelectual" suena ante todo a esoterismo o a antroposofía pero se refiere no obstante a la mente individual, al individuo, a diferencia de la "naturaleza"- y por ello a diferencia del origen físico-. Esto es al mismo tiempo la sencilla razón por la cual Rudof Steiner no habló de una esfera cultural libre sino de una esfera espíritu-intelectual libre. "Cultura" estaba entonces con mucha más frecuencia asociada con los conceptos de lengua materna y consanguinidad simultáneamente y de ahí- casi por definición- observada como dependiente y no libre. Los nacionalistas alemanes encumbraron la idea de nación-cultura y se pronunciaron por un dominio del grupo sobre los individuos. En una esfera espíritu-intelectual libre es por el contrario el individuo la última instancia digna de convencer. Si una cultura quiere tener una amplia difusión tiene que tener absoluta confianza en su poder de convencimiento intelectual. Y aquí la más grande de las pretensiones no es de gran ayuda.

Una trimembración social, con su correspondiente retirada estatal en la educación, implica también la desaparición de la nación-estado tradicional, que hoy por hoy tiene aún vigencia (no solo) en Francia. De hecho es de la incumbencia de la mayoría de una populación la decisión de querer vivir en un estado común. Pero esto no conlleva nunca más hacia una cultura común.

Autor: Sylvain Coiplet
Traductor: Luis Valle