La salud como cuestión social Primera parte

Las respuestas de la trimembración social

27.12.2023

 

 

Este momento en la evolución de la humanidad es un momento muy adecuado para colocar la salud en el centro de la conciencia social. Las iniciativas actuales de la OMS, de regular centralmente la salud mundial, nos obligan a considerar “la salud como cuestión social”.

¿Es posible una gestión “democrática”, no autoritaria, de la salud pública? ¿Cómo se organizan la salud individual y colectiva dentro de las interdependencias de los tres ámbitos sociales? ¿En qué medida y en qué sentido puede la organización del ámbito cultural-espiritual cumplir la tarea de educación en salud? ¿Cómo se sitúa la producción de productos sanitarios/farmacéuticos en una economía fraternal en el espíritu de la trimembración social?

En los últimos años ha surgido un nerviosismo de instituciones, ministerios y una multitud de “stakeholders” que muestran interés, preocupación y responsabilidad nunca antes vistas por la salud de la humanidad. Las cuestiones que la humanidad se ha planteado desde sus primeros principios, dentro de la concepción del ser humano, su bienestar en el conjunto de la sociedad  y su lugar en el universo, en gran parte se han convertido en cuestiones de la “salud universal”, gestionadas por la OMS y un ejército de organizaciones aliadas. Una situación que nos obliga a repensar “la salud como cuestión social”, que en los últimos decenios no ha obtenido mayor atención, y que desde 1920 no ha obtenido el interés que Rudolf Steiner quería despertar con su conferencia de entonces, dada en medio de los tiempos de la trimembración social (1917 – 1922).

La ciencia antroposófica y las ideas de la trimembración social toman como punto de partida el conocimiento del ser humano para, en un paso sucesivo, desarrollar una ciencia social que investiga las condiciones en las que el mismo ser humano tenga su lugar, valor y bienestar en la sociedad. La trimembración social no es un conjunto de ideas de reforma y política sociales a partir de la observación de necesidades externas. Como consecuencia, la trimembración social propone que gran parte de las cuestiones sociales, máxime si son relacionadas con la salud, sean abordadas desde el conocimiento y entendimiento del ser humano, no siempre mediante leyes y reglamentos oficiales. 

La salud de la sociedad tal como la entiende la trimembración social no tiene que ver con lo que se suele llamar salud social o salud colectiva. Mientras es verdad que la salud social o salud colectiva necesita atención y cuidado, la salud del organismo social se entiende más allá del cuidado de la salud de la población, y más allá del estado de salud del conjunto de ciudadanos.

La trimembración también señala cómo la salud de la sociedad no puede ser un asunto de organización central sino el resultado de una saludable interacción de los tres ámbitos sociales.

El carácter existencial e íntimo de las experiencias de salud y enfermedad en el entorno social inmediato hace que la conciencia y sensibilidad para la “salud como cuestión social” sea más alta que en muchos otros contextos sociales. La necesidad de la atención sanitaria hace que surjan las cuestiones por las condiciones sociales que se tienen que cumplir para que tal atención sea humana, en los aspectos éticos, legales y económicos, es decir, en los tres ámbitos sociales. Por esta razón, los aspectos humanos y humanitarios de la salud individual y pública son para Rudolf Steiner el punto de partida natural y principal para el desarrollo de una conciencia de la necesidad de un orden conscientemente trimembrado de la sociedad.

 

El 7 de abril. Dia Mundial de la Salud. 1920 y 2020

La conferencia “La higiene como cuestión social” fue dada por Rudolf Steiner para un grupo de médicos jóvenes, el día 7 de abril de 1920 –  entre los oyentes muchos colaboradores del Instituto Clínico-Terapéutico de Stuttgart, que fue una de las empresas reunidas en la comunidad económica asociativa "Der Kommende Tag".   Significativamente, el día 7 de abril es el Día Mundial de la Salud desde 1950 en conmemoración de la fundación de la OMS este mismo día, en 1948.

100 años después de la conferencia de Rudolf Steiner, el día 7 de abril de 2020, la OMS publica en su página web que este día se dedica al Personal de Enfermería y de Partería “se recordará a los dirigentes mundiales su contribución esencial a la salud mundial.”

“Esto es fundamental para la consecución de las metas nacionales y mundiales en materia de cobertura sanitaria universal, salud maternoinfantil, enfermedades infecciosas y no transmisibles, incluida la salud mental, preparación y respuesta ante emergencias, seguridad del paciente y prestación de servicios de salud integrados y centrados en la persona.”

https://www.who.int/es/campaigns/world-health-day/world-health-day-2020

El mismo día, la OMS emitió un comunicado de prensa en el que advierte de que “La pandemia de COVID-19 pone de manifiesto la necesidad urgente de fortalecer el personal de salud a nivel mundial.”  Una “llamada de atención para asegurar que [el personal de salud] reciba el apoyo que necesitan para salvaguardar la salud del mundo”, que solicita a los gobiernos que incrementen la financiación para la formación de profesionales de la enfermería y que establezcan una serie de políticas sanitarias.

El llamamiento de la OMS del 7 de abril de 2020 significa una inversión, y en cierto sentido tergiversación, de lo que Rudolf Steiner quiere decir 100 años antes, el 7 de abril de 1920, en la conferencia “La higiene como cuestión social”. La conferencia de Rudolf Steiner va dirigida a la conciencia social de los representantes de las ciencias de la salud; el texto de la OMS se dirige directamente a la política advirtiendo de la urgencia de la preparación del personal de enfermería, es decir del último eslabón de los conocimientos necesarios para la atención de la salud, Rudolf Steiner parte de un conocimiento más amplio posible del ser humano dentro de la ciencia médica pero también en la conciencia general.

Este es el mensaje central de la conferencia “La higiene como cuestión social”. Solo el conocimiento de asuntos de la salud humana, y el interés de adquirir tal conocimiento, dará al “ciudadano responsable” la facultad de encontrar su posición autónoma frente a la autoridad del médico tratante, las autoridades sanitarias, la autoridad jurídica sanitaria, y la autoridad de la ciencia médica.

“Hay que admitir que no siempre sea posible vivir de forma completamente democrática algo así como la concepción y el cultivo de la higiene y la salud en la vida pública, porque hay muchos temas especializados que requieren un juicio individual [no democrático]. Pero por otro lado, debe ser permitida la pregunta por posibles formas más democráticas que las actuales – en un ámbito tan cercano, tan infinitamente cercano a cada individuo y por tanto a la comunidad humana, como es el cultivo de la salud pública.”

 

Rudolf Steiner. La higiene como cuestión social. Extracto de la conferencia del 7 de abril de 1920

Sigue un extracto de la conferencia de Rudolf Steiner, “La higiene como cuestión social”, en la que podemos “entender de primera mano” cómo el cultivo de la salud en sus tres aspectos, en el sentido de la trimembración social, repercute de manera saludable en los tres ámbitos sociales, y cómo la salud del ser humano como asunto de primer interés social contribuye a un último fin, el de la salud de la sociedad, y como parte de ella, una “democratización de la salud”.

La inquietud central de la conferencia “La higiene como cuestión social” no es la atención sanitaria igualitariamente accesible a todos. Su punto de partida es la ciencia integral del ser humano, disponible y entendible para todos, desde el entendimiento del ser humano como tal y conocimientos elementales de temas la ciencia médica hasta los medicamentos y terapias disponibles. Un conocimiento integral del ser humano y entendimiento de las condiciones reales, psíquicas, mentales y espirituales que influyen en la salud física del ser humano.

La justificación de decisiones de atención y tratamiento no se basa en la ciencia natural y modelos de la ciencia natural llevados al campo social y político (One Health). “La higiene como cuestión social”, parte de la misma concepción de la tarea de la antroposofía, en el campo de la salud, la de hacer entender, de una forma comprensible para todos, el ser humano en su condición de estar en una constante dinámica entre salud y enfermedad. Este enfoque tiene consecuencias para la posición del individuo en la sociedad porque nos invita a cambiar de paradigma: lo decisivo ya no es tan solo el derecho de decir sí o no, de tener garantizada la dignidad humana en declaraciones oficiales; lo decisivo será un amplio conocimiento de asuntos relacionados con la salud o con situaciones críticas para la salud, ya sea a nivel individual o colectivo.

[Nota del traductor: La palabra “Hygiene” en el título de esta conferencia requiere una traducción en un sentido más amplio que la traducción literal, “higiene”. El concepto original “Hygiene”, en el uso sentido principal que tenía entonces a principios del siglo XX, abarca tanto la atención sanitaria general como el cultivo individual de la salud y la práctica de una vida saludable. Es decir, la “Hygiene” no puede ser entendido como un conjunto de reglas de cuidados externos. Donde, en la traducción de este texto, se lea la palabra “higiene”, hay que tomarla en el sentido más amplio posible; en algunos casos, se ha optado por otras traducciones, como por ejemplo “cultivo de la salud”. La problemática de traducción refleja la problemática real, entre la salud como asunto público e/o individual.]

 

“Existe un consenso general de que la cuestión social es uno de los asuntos que más agudos de la actualidad; y en donde haya un poco de corazón para lo que surge en el presente en el marco de la evolución de la historia humana, y para lo que hay en forma de impulsos amenazantes o de los que hay que ocuparse para el futuro, estos desarrollos se resumen bajo el nombre de la cuestión social. Hay que constatar, sin embargo, que la contemplación y el tratamiento de la cuestión social en la actualidad adolece del mal fundamental del que adolecen tantas cosas en nuestra vida, ya sea en el ámbito de la ciencia, de la moral o de la cultura civilizada en general, a saber, del intelectualismo de nuestro tiempo, es decir, del hecho de que los problemas actuales se sometan tan a menudo a una perspectiva meramente intelectualista. ... Dicho intelectualismo se hace obvio en el hecho de que se basa en ciertas teorías, o bien en la suposición de que esto o aquello debe ser de esta o aquella manera, que esto o aquello debe ser abolido. Dentro de estos enfoques e intentos, lo que suele quedar fuera de consideración es el ser humano individual. Se trata al ser humano como si hubiera una cosa general llamado "el ser humano", incapaz de desarrollarse en un sentido individual personal.

La atención no se centra en la individualidad y peculiaridad de cada persona. Por eso el tratamiento de la cuestión social adquiere un carácter abstracto, con lo cual difícilmente pasa a la región del sentimiento social, al sentido social y a las relaciones que se desarrollan entre ser humano y ser humano.  Donde más sale a la vista la observación social deficiente es en un ámbito concreto, que quizá sea más adecuado que muchos otros para ser sometido a la observación social, el ámbito de la higiene [el cultivo de la salud], un ámbito que merece la atención por ser un asunto público, que no concierne al individuo, sino a la comunidad humana. Es cierto que hoy no faltan instrucciones higiénicas, tratados y escritos sobre el cuidado de la salud como asunto público. Pero hay que preguntarse: ¿Cómo son recibidas estas instrucciones, estas consideraciones sobre la higiene, en la vida social? Entonces hay que constatar que son recibidas de tal manera que las normas sobre el cuidado adecuado de la salud se publican como el resultado de la ciencia médica, fisiológica, farmacéutica, en cierto sentido también pretenden generar cierta confianza que uno tiene en un tema especializado, en un tema cuya esencia uno no está en condiciones de examinar. La confianza forma pues la base para la aceptación de tales normas, pero en realidad es sobre la base de la autoridad que los círculos más amplios a los que concierne la salud -y es que concierne todos-, aceptan lo que los laboratorios farmacéuticos y médicos publican acerca de la higiene.

Es un hecho el que, en el curso de la historia moderna, en el curso de los últimos cuatro siglos, ha surgido en la humanidad el anhelo de una ordenación democrática de todos los asuntos; no obstante, aunque puede parecer grotesco, nos encontramos todavía con la pura fe en la autoridad que se exige en el campo higiénico – una fe completamente antidemocrática. …

Sé muy bien que la frase que acabo de pronunciar es percibida por muchos como una paradoja, porque no ven relación alguna entre la forma en que alguien acepta lo relativo a la asistencia sanitaria por un lado, y por otro, la exigencia de que la ciudadanía madura y participativa se pronuncie también sobre los asuntos públicos, ya sea directamente o a través de sus representantes. Hay que admitir que no siempre sea posible vivir de forma completamente democrática algo así como la concepción y el cultivo de la higiene y la salud en la vida pública, porque hay muchos temas especializados que requieren un juicio individual [no democrático]. Pero por otro lado, debe ser permitida la pregunta por posibles formas más democráticas que las actuales – en un ámbito tan cercano, tan infinitamente cercano a cada individuo y, por tanto, a la comunidad humana, como es el cultivo de la salud pública.

Veamos el sencillo caso de cómo la ciencia especializada y materialista está disponible en cualquiera de los manuales que se utilizan hoy en día. Si alguien, como persona corriente que no ha aprendido mucho sobre el sistema nervioso, coge un manual sobre el sistema nervioso, probablemente pronto dejará de leerlo; en todo caso no aprenderá mucho sobre cómo entender el ser humano en su verdadero ser, en su valor y dignidad. En cambio, si escucha lo que se puede decir sobre el sistema nervioso humano desde la ciencia espiritual, entonces se dará cuenta de que todo lo ahí dicho siempre es reconducido al ser humano integral, facilitando una idea del ser humano integral que hace entender y sentir el valor, el ser esencial y la dignidad de la persona con la que se está tratando. Y no hay donde esto sea más evidente que en la observación. No solo de la persona sana en relación a cualquiera de sus miembros, sino en particular de la persona enferma y las múltiples desviaciones de lo llamado normal, especialmente cuando observemos la persona enferma desde la perspectiva de la medicina integral.

Lo que la naturaleza nos pone ante los ojos del alma en la persona enferma puede conducirnos a profundos enigmas del mundo y hacernos entender cómo esta persona está organizada, y cómo las influencias atmosféricas, incluso supraterrenales, pueden afectar a la organización particular de la persona, cómo tal organización está conectada con determinadas sustancias de la naturaleza, que luego resultan ser remedios, y así sucesivamente. Esto es un campo amplio de temas, de cuyo conocimiento podemos decir: Si se complementa lo que se puede conocer sobre las condiciones de la salud humana con lo que se puede conocer a través de la persona enferma, entonces se obtendrá una visión profunda de las conexiones y del sentido profundo de la vida. Esta manera de adquirir conocimientos será la base de toda una antropología, la base de algo que luego puede expresarse en un lenguaje comprensible para todos. Por supuesto, todavía no hemos alcanzado este objetivo, porque la ciencia espiritual en el sentido que aquí se entiende sólo ha tenido poco tiempo para su trabajo en los campos de la vida. Por eso, las conferencias que aquí se imparten, … sólo pueden considerarse como un primer comienzo.

Es la tendencia de esta ciencia espiritual desarrollar lo que está presente en las ciencias individuales de tal forma que lo que cada persona debe saber sobre el ser humano pueda realmente ser comunicado y entendido. Dicho esto, imagínense que con esta aspiración la ciencia espiritual alcance una fuerza transformadora capaz de construir formas de conocimiento para el ser humano sano y enfermo, un conocimiento accesible a la conciencia humana general. Si esto se alcanza, ¡cuán diferente será la relación de ser humano a ser humano en la vida social, cuán diferente será la comprensión mutua en el encuentro humano – una comprensión más alta que la del presente, en el que las personas no se reconocen mutuamente como individualidades particulares!

La cuestión social sólo saldrá de su intelectualismo cuando surja del conocimiento adquirido en los ámbitos más diversos de la vida, cuando se base en las experiencias concretas de la vida. Esto es especialmente evidente en el ámbito de la sanidad. Porque tan solo hay que considerar el efecto social que se produce a través de la comprensión de lo que es sano o enfermo en el prójimo.

Imagínense lo que significa si la humanidad toma comprensivamente en sus manos el cultivo de la salud. Ciertamente, con esto no se pretende cultivar el diletantismo científico o médico; solo les quiero invitar a pensar cómo se despierta la compasión, no sólo una sensación de lo que es sano y enfermo en nuestros semejantes.

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Porque si la persona que estudia el ser humano y la humanidad, incluyendo las cuestiones de salud y enfermedad, sobre todo si luego decide ser médico especializado, si esta persona quiere servir a la sociedad humana con todo su conocimiento, entonces será educador de la sociedad humana, que además podrá contar con el interés y la comprensión  de los demás.

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La relación con el médico será tal que el médico será el maestro e instructor constante en cuestiones de salutogénesis, y tal que habrá un acompañamiento constante del médico, no sólo para curar a la persona cuando en ella la enfermedad haya avanzado en tal grado que se hace notar, sino también para mantener sana a la persona en la mejor medida posible. Entre el médico y el resto de la humanidad se desarrollará una animada actividad social.

Entonces tal conocimiento del ser humano también será salutífero para la medicina misma. Pues dado que el materialismo se ha extendido a la concepción de la vida desde la perspectiva de la medicina, nos hemos topado con teorías realmente extraños.

Por un lado, tenemos las enfermedades físicas. Estas se estudian buscando degeneraciones de órganos u otros procesos perceptibles o pensados como físicos que se supone que se desarrollan dentro del cuerpo humano, y la atención se centra en cómo reparar el daño encontrado de esta manera. En esta dirección, el cuerpo humano es concebido de una forma completamente materialista, ya sea en su estado normal o enfermo. Y por otro lado tenemos las llamadas enfermedades psíquicas o mentales.

La ciencia espiritual no tiene por qué rehuir mostrar cómo la llamada enfermedad mental o psíquica siempre tiene una relación con algo en el cuerpo humano. Es tarea de la ciencia espiritual señalar con rigidez que el mero análisis de la psique, del complejo psíquico, las desviaciones de la llamada vida psíquica normal, no puede conducir a más que a un diagnóstico unilateral, en el mejor de los casos. Por lo tanto el psicoanálisis nunca puede ser otra cosa que a lo sumo un instrumento diagnóstico, y nunca puede conducir a una verdadera terapia.

Quiero señalar una cosa en particular. Uno de los capítulos que hay que estudiar una y otra vez a través de la ciencia espiritual es la relación del ser humano despierto con el ser humano dormido, la enorme diferencia que existe entre la organización humana cuando está despierta y cuando está dormida. Cómo se comportan el espíritu y el alma cuando están despiertos, cuando se compenetran en el alma humana en su naturaleza física y espiritual, cómo se comportan cuando están temporalmente separados el uno del otro en el sueño; todo ello se estudia cuidadosamente en la ciencia espiritual.

Ahora sólo puedo, por así decirlo, referirme a un teorema determinado, que de todos modos es un resultado completamente cierto de la ciencia espiritual.

Vemos aparecer en la vida las llamadas enfermedades epidémicas, enfermedades que, por su efecto masivo, constituyen una cuestión social importante. La ciencia materialista ordinaria las estudia en el organismo físico humano. Ella no sabe nada de la tremenda importancia que tiene el comportamiento anormal del hombre en la vigilia y en el sueño, especialmente para las epidemias y para la predisposición a las enfermedades epidémicas. Lo que sucede por ejemplo en el organismo humano durante el sueño, si sucede en exceso, predispone en alto grado a las llamadas enfermedades epidémicas. Las personas que provocan ciertos procesos en su organismo por dormir demasiado tiempo, procesos que no deberían existir porque el sueño no debería interrumpir la vida de vigilia durante tanto tiempo, están predispuestas a enfermedades epidémicas de una forma completamente diferente, y en situaciones de epidemia reaccionarán de una forma completamente diferente.

Por eso, hay que considerar, por ejemplo, el efecto social de ilustrar sobre la proporción saludable entre sueño y la vigilia. Esto no se puede hacer mediante reglamentos. Como mucho, se puede reglamentar que la gente que no envíe a sus hijos a la escuela cuando tienen escarlatina … No tiene sentido dar conferencias y lecciones en medio de una epidemia de gripe: en estas situaciones la gente obedece. Hoy en día la gente tiende a defender su "libertad", es decir, el "sentido de la autoridad" es menos fuerte que en épocas anteriores; bueno, de todas formas, la gente va a obedecer. No digo que no tienen razón en obedecer, no digo nada en contra de lo que sucede en este sentido, pero es imposible introducir por la misma vía el reglamento de “hay que dormir tantas o tantas horas”. Sin embargo, más importante que cualquier reglamento sigue siendo que las personas que tengan necesidad de ello sigan la regla de siete horas de sueño y que las personas que no tengan esta necesidad pueden dormir mucho menos, etc.

Pero estos asuntos tan íntimamente relacionados con los aspectos más personales de la vida humana, tienen un enorme efecto social …, es decir, en estos casos, la cuestión del cultivo de la salud tiene una enorme repercusión para la vida social. Al margen de lo que se piense sobre el contagio o el no contagio como en el caso de epidemias, la cuestión de la higiene es decisiva para toda la vida social, pero no solo a través de regulaciones externas. La que más sentido y razón tiene entonces es que haya en la sociedad humana un público lego con cierto conocimiento del ser humano, frente al médico que trabaja en el sentido profiláctico. Lo único eficaz es la posibilidad de tener en todo momento una cooperación viva para la preservación de la salud entre el experto en su materia y el lego que trae consigo una comprensión básica del ser humano.

Resumiendo lo aquí dicho, podemos decir que hemos descrito un aspecto de la salud como cuestión social que depende en el sentido más eminente de que tengamos una vida espiritual libre, de que tengamos una vida espiritual en la que las personas activas en el cultivo de la vida espiritual, incluyendo los ámbitos prácticos como la salud, sean completamente independientes de todo que no sea proporcionado por el conocimiento puro y por el cultivo de la misma vida espiritual. Lo que el individuo puede lograr para el bien de sus semejantes debe surgir enteramente de sus capacidades, no debe haber normas estatales al respecto, ni dependencia de fuerzas económicas. Lo que puede aportar el individuo a la sociedad debe situarse en la esfera de las posibilidades y capacidades personales de cada individuo y debe situarse además en la confianza comprensiva depositada en la persona capacitada de parte de los que necesitan de la aplicación de sus capacidades.

Lo que se necesita es una vida espiritual que sea independiente de toda autoridad, del estado y de la economía, y que funcione a partir de las propias fuerzas espirituales con los propios conocimientos especializados. Justo cuando se reflexiona sobre lo que realmente puede hacer de la salud algo que esté íntimamente relacionado con el amplio conocimiento del ser humano y con el comportamiento humano social basado en el conocimiento, entonces se llega a la conclusión -digan lo que digan las teorías abstractas en contra de la posición independiente de la vida espiritual- de que … el campo especializado -y el campo de la salud en particular- exigen que la vida espiritual sea gestionada por los que se ocupen de su cuidado y cultivación, y que no sean las autoridades y ministerios los administradores de la vida espiritual, sino los que se ocupen profesional y activamente de ella. Cuando exista una higiene como cultura social real, basada en la comprensión social de la vida espiritual libre, entonces esta higiene también tendrá el apoyo del ámbito de la economía, que funcionará de un modo completamente distinto; entonces habrá una vida económica independiente, una vida económica estructurada tal como la he descrito en mis "Puntos centrales de la cuestión social" y reiteradamente en las revistas para la idea de la trimembración del organismo social, como por ejemplo en la revista suiza “Futuro Social”, editada por el Dr. Boos.

Si la sociedad está dispuesta a reconocer y recibir –con comprensión de lo que es el ser humano-- todo lo que está latente en el seno de la sociedad humana como fuerzas para el cultivo de la salud, si esto se convierte en orden social, entonces todo lo que puede ser llevado a la vida económica autónoma [en respuesta a las necesidades y la demanda] será aportada por la misma vida económica autónoma [desde sus capacidades de organización] en cuanto sea independiente del puro afán de beneficios y libre de intervenciones estatales. Entonces la vida económica autónoma aportará lo que tiene que ser desarrollado y cultivado al servicio de una verdadera salud.

Entonces -y sólo entonces- podrá entrar en la vida económica la alta conciencia necesaria para que haya una cultura y cultivación de la salud en la vida humana. Mientras domine el puro afán de adquirir beneficios de nuestra vida económica, que tiende cada vez más a ser instrumento y campo de acción del estado unitario, y mientras la opinión general siga siendo que hay que producir con lo que más ganancias se obtiene, entonces no pueden desarrollar su fuerza los impulsos autónomos de una vida espiritual libre, que es el campo en el que  también se cultiva la salud. Entonces esta vida espiritual se vuelve dependiente de fuerzas estatales y económicas que no tienen interés en la esfera espiritual; entonces lo económico se convierte en dueño de lo espiritual. 

Es prohibitivo que lo económico sea dueño sobre lo espiritual. Esto se hace evidente de la manera más fuerte si queremos lograr lo que exige el espíritu en la vida económica en el sentido de servir a la auténtica y verdadera salud. En el organismo social trimembrado, las fuerzas de la vida económica, de una vida económica libre, se unirán al entendimiento y conocimiento del ser humano – un entendimiento que en el organismo social trimembrado será asunto público.

Y cuando, por un lado, los seres humanos se vean como parte de una vida espiritual libre en la que es posible cultivar la salud de forma objetiva, imparcial y ecuánime, y cuando, por otro lado, los seres humanos hayan desarrollado este alto sentido social que, dentro de la vida económica ve el motivo del trabajo en el servicio a la humanidad en el área de la salud, entonces también las personas encontrarán las formas democráticas de organizarse, ya sea en los parlamentos u otras formas. Formas que serán posibles si antes se ha establecido el alto sentido social, que en el ámbito económico no solo es un sentido para la producción dirigida al afán de lucro sino un sentido para la producción en la economía de la salud que nace de los conocimientos que solo puede producirse en la actividad dentro de vida cultural-espiritual libre. Porque entonces el reconocimiento de la necesaria atención a la cuestión de la salud como cuestión social será inspirado, por un lado, desde la vida cultural-científico-espiritual libre, y por otro lado, a través de una vida económica sostenida por el conocimiento técnico especializado y por alto sentido que predominará en ella. Entonces las personas serán preparadas y maduras para debatir las cosas desde, por un lado, su comprensión del ser humano y el entendimiento de la condición humana, y por otro lado, desde sus relaciones con la vida económica que sirve a la salud.

Entonces las personas podrán buscar acuerdos en pie de igualdad, tanto en el terreno de la vida estatal-jurídica como en la vida económica, – acuerdos sobre las medidas que pueden tomarse en materia de salud y sanidad pública. Entonces ciertamente la salud no podrá estar a cargo de legos y curanderos, pero también es cierto que entonces las personas con madurez democrática podrán estar de igual a igual con quienes les digan esto o aquello: con los médicos expertos. De todos modos, la comprensión y el conocimiento del ser humano que el lego puede tener si es una comprensión cultivada junto con el médico en la vida social, él, como no experto, podrá aceptar tal conocimiento especializado de tal modo que, igual que en el parlamento democrático, pueda decir "sí" no sólo sobre la base de una autoridad ajena, sino sobre la base de cierto entendimiento propio.

Cuando en un ámbito tan especial como la salud, examinamos objetivamente cómo funcionan juntos los tres miembros del organismo social trimembrado, encontramos la plena justificación de esta idea de la trimembración del organismo social. Es fácil que surja la sensación de tener que combatir la idea de la trimembración del organismo social, máxime si el primer contacto con ella no puede producir más que un entendimiento abstracto.

Hoy, aunque ha sido en el campo concreto de la salud, tampoco les he podido ofrecer más que unas pocas pinceladas sobre la necesidad de la trimembración del organismo social, como de la consecuencia lógica del buen entendimiento de la salud en todo su alcance social.

Siguiendo los caminos que hoy sólo he podido señalar para un primer entendimiento, se verá que quienes se acercan al impulso de la trimembración del organismo social con unos cuantos conceptos abstractos se verán inclinados a oponerse a él. Los detractores suelen esgrimir argumentos que uno mismo ya se ha planteado desde el principio. Pero quien se acerque a los ámbitos individuales de la vida con plena comprensión interior, […] quien se esfuerce por comprender algo de las condiciones prácticas y concretas en cualquier ámbito de trabajo, se verá conducido cada vez más en la dirección que indica la idea de la trimembración del organismo social.  Esta idea no ha surgido de la fantasía, ni mucho menos, ni de un idealismo abstracto; ha surgido como una exigencia social del presente y del futuro próximo, precisamente de la observación exacta y fiel de los distintos ámbitos de la vida. Y si uno se propone penetrar en estos ámbitos individuales de la vida con lo que lleva en sí como impulso de la trimembración del organismo social, entonces encontrará para todos estos ámbitos lo que precisamente hoy les hace falta.

Esta tarde sólo quería darles algunas pistas sobre cómo la trimembración del organismo social como fruto de la ciencia espiritual para la vida social, puede llevar a una transformación fructífera de lo que hoy es la fe en la autoridad con sumisión ciega, de modo que la comprensión y el conocimiento de lo que es el ser humano sea parte de la cultura social y que como tal pueda integrarse en la sociedad humana como asunto de todos. Por eso es justificado decir aquí: Gracias a la inspiración que el campo de la salud puede recibir de la medicina inspirada en la ciencia espiritual, la salud puede entenderse como asunto profundamente social. En el sentido más genuino, también puede, en un alto grado, llegar a entenderse como asunto público y como parte esencial de una cultura democrática.

Rudolf Steiner; Fisiología y terapia fundamentadas en la ciencia espiritual. Terapia e higiene. Dornach, 7 de abril de 1920, La higiene como cuestión social, GA 314